A lo largo de mis más de 10 años de experiencia acompañando y formando, me he dado cuenta de que la clave para conseguir la plenitud y satisfacción profesional está en que detectemos nuestros auténticos objetivos y sintamos que de verdad podemos alcanzarlos.
Cuando tenemos claro el “para qué” de nuestras acciones, automáticamente, los proyectos cobran sentido. A partir de aquí entran en juego nuestras habilidades de gestión personal: enfoque, capacidad para priorizar, compromiso e inteligencia emocional, entre otras.
También he descubierto el papel fundamental que juega la comunicación en este desarrollo. Es una herramienta maravillosa e imprescindible para conectar con quienes nos rodean pero también con nuestro interior. Por ese motivo es una pieza esencial para promover el cambio.
Trabajar estos aspectos lleva a conseguir grandes logros y en definitiva a ser más felices. Una persona feliz lo transmitirá también en su trabajo, dando lo mejor de sí misma y contribuyendo a crear el mejor entorno en la empresa, lo que genera un rendimiento claramente superior y de mayor calidad.
Ser testigo directo de transformaciones importantes y positivas hace que me encante mi trabajo. Es el mejor estímulo para seguir dando lo mejor de mí, para que las personas a las que acompaño consigan la plenitud en su vida profesional.